martes, 26 de octubre de 2010

A CIEGAS

 
Es la privación de uno de nuestros sentidos lo que conlleva el sobredesarrollo de los demás. Y es natural. El ser humano se nutre de la percepción en el más amplio significado del concepto. Percepciones visuales, olfativas, táctiles, auditivas y gustativas. Pero seamos sinceros, no todos ellos poseen el mismo grado de importancia en la jerarquía humana. La carencia de la vista, es quizás, la situación  más angustiosa, porque a través de ella conocemos y reconocemos de manera instantánea, física y lógica.

Esta vez no hablaré de lo corporal, sino de algo más allá, de lo interior, de esos sentidos psicológicos asociados de manera intrínseca a los sentidos físicos. En ocasiones ocurre, que el entorpecimiento de un sentido a nivel psicológico (habitualmente el oído y la vista, es decir, el no querer oír, el no querer ver) aparecen sin previo aviso y sin la mínima elegancia de ofrecimiento de las consecuencias. Y te encuentras en el vacío, hermético, oscuro, a ciegas sin poder (o querer) ser consciente de tu alrededor.  A ese nivel de introspección os remito la obra del genio José Saramago, Ensayo sobre la ceguera. Esa ceguera blanca, densa  y húmeda, como la leche, que  te sumerge en el estado psicológico de la propia decadencia, mostrando lo frustrante del ser humano.

La obra, magistral y digna de lectura, es un símil de la propia esencia de nosotros mismos como especie que puebla el planeta. Una pandemia se apodera de la visión del ser humano, alienándolo y provocando el terror a ese posible contagio de la ceguera blanca. Los instintos batallan contra la coherencia en el interior del propio individuo, en una lucha ardua para ganar el nivel de supremacía. Pero el ser humano es débil, frágil y altamente previsible. 
 
El instinto de supervivencia no es sino una palabra dulcificada para dar significado a la mediocridad del ser humano en términos de egocentrismo puro. A ese nivel llegamos cuando nos privamos de un sentido psicológico.

Cuando el ser humano cae en esa espiral cegadora de un velo blanco, es cuando sale a la luz la condición animal propia de nosotros mismos. La bajeza de los instintos  que se muestran en contra de la humanidad de cada cual, dejando a un lado la empatía,  el compañerismo, la amistad y la coherencia de la base de la honestidad... ¿O es lo contrario? 

Os lo recomiendo :)

miércoles, 13 de octubre de 2010

AGUJAS...

Cuando un reloj se para, cuando sus agujas dejan de respirar, algo también lo hace dentro de ti. Intentas recordar qué día marca la hora fantasma, pero no lo sabes, porque no lo has vivido de manera consciente. Y rememoras aquellos instantes que pueden ser trascendentes, para intentar descifrar cual es el momento que debió ser tan importante como para que el tiempo se rindiera ante él.
 
Esa hora precisa en la que el tiempo se detiene en el espacio. El infinito tic-tac deja de latir. Deja de existir la medición del tiempo y solo queda el espacio relativo. Ese espacio en el que se instala el instante que jamás podrás reconocer. Pueden ser las pilas descargadas, pero puede que no. No me asusta, pero no me gusta.

RACIONALIZANDO LO IRRACIONAL...

Hace no mucho tiempo decidí cambiar el rumbo de la historia. El ser humano no debería ser cómplice de su vida viviéndola en tercera persona. Y así fue. Decidí saltar al vacío, a ver qué ocurría. Dejé de pensar en aquello que me faltaba o me sobraba, y me dediqué a pensar en aquello que es suficiente. Dejé de catalogar y etiquetarlo todo, dejé que las cosas simplemente fueran como son. Por algo ocurre todo. Dejé de creer en fantasías y simplemente vivir el ahora. Y es en este instante cuando me alegro de haber racionalizado una porción de mi vida para darme cuenta que realmente sí existen las fantasías.

lunes, 20 de septiembre de 2010

EL PLACER POR EL PLACER...



 La electricidad entre las dos miradas es más que palpable. Las pupilas se dilatan, lenguas que se buscan como puro acto de un dócil canibalismo. Suave respiración que calienta el cuello. Manos, yemas, lenguas que se buscan entre palpitaciones. Balanceo de cuerpos al unísono que se unen en perfecta simbiosis. Gritos ahogados entre una maraña de piernas y brazos. 
 
 
Es sucio pero el ser humano vive por y para él. ¿Cómo no puede serlo? Los pulmones se llenan y vacían a una velocidad pasmosa mientras las manos intentan descubrir cada pedazo de piel del otro, en busca de una señal que indique que esa búsqueda va por buen camino, que el final se acerca. Final que rara vez llega a la par. Pero no importa, porque existe la posibilidad de reescribir el final tantas veces como nuestro cuerpo pueda soportar. 
 
Manos que sujetan las del otro, violencia sexual que deja salir al animal dormido, saliva, sudor y placer. Unos minutos o una hora, ¿qué más da? Es el placer por el placer.

Es el sexo lo que mueve el mundo, lo que nos mueve a nosotros mismos.

lunes, 13 de septiembre de 2010

LAURA EN TERCERA PERSONA


[He recibido a lo largo de mi andadura en este blog tres e-mails solicitando más información acerca de mí misma. Como ya me conocéis un poquito gracias al primer post que subí (pinchad aquí para leerlo), he decidido hacerlo de otra manera: en tercera persona.]

Hace poco tiempo que llegó a la ciudad y aún siente los estragos de la reciente y precipitada llegada. Pero ya ha encontrado ese rincón que necesita. Es habitual verla por allí, a primera hora de la mañana o cuando el sol ya está perdiendo su vitalidad, siempre el último día de la semana.

Esta vez atardece y ella sigue ahí. Es uno de sus rincones predilectos para esconderse del bullicio que mancha la ciudad. Sentada, en un banco del tranquilo parque, se limita a observar a los transeúntes que caminan a esas horas por allí. Lo hace a menudo, observa a la gente e inventa sus historias. Inventa sus trabajos, sus vidas… le entretiene.
 
Y allí está, sentada, muy quieta y relajada, con las piernas cruzadas y las manos sobre el regazo sujetando ese inseparable cuaderno que llena de palabras y pensamientos.

No es alta, tiene el cuerpo menudo y el cabello ondeante color avellana a media espalda. Sus ojos, expresivos, están siempre en movimiento como haciendo alusión a la actividad de su mente. Piensa, piensa, piensa. Le gusta pensar, reflexionar.

A pesar de ser sociable necesita a menudo la visita de su amiga soledad. Estar sola durante unas horas al día es su ritual de limpieza del alma. Esas horas son para ella y para nadie más. Es como ha aprendido a conocerse un poco más a lo largo de sus veinticinco años de vida.

Y así es como se dio cuenta de que no soportaba las ataduras de nadie, las personas posesivas o aquellas que no entienden que la libertad individual es necesaria, sabiendo que la independencia personal se compone del respeto hacia el espacio que el otro necesita.

Esa chica de ojos expresivos, sabe que por encima de todas las cosas la traición es algo que nunca ha podido perdonar a nadie, ni la mentira.

Pero también sabe que aquello que ocurre en el día a día, esas pequeñas situaciones que te hacen dibujar una sonrisa en el rostro, es lo que podría considerar como la verdadera felicidad.  Como aquel día, hace no mucho tiempo, cuando, paseando tranquilamente hacia un lugar que ya ha olvidado, se cruzó con una madre con su pequeño. Laura sonrió tímidamente a ese dulce niño que miraba a todos lados como quien mira algo que jamás ha pensado que podría ver, y de repente, sus ojos se encontraron y el niño le devolvió la sonrisa. Ese simple gesto fue el instante más feliz de ese día. Parece mentira, pero se conforma con esas pequeñas cosas que llamamos cotidianeidad.


Y allí está, sentada en el banco. Observando como el sol se aparta elegantemente para ceder su lugar a la luna. Y pasa allí alrededor de una hora, relajada, escribiendo o leyendo, se alimenta de libros desde que aprendió a leer, es un vicio que no quiere dejar. Esa chica del banco tiene una vida sencilla, tranquila, lejos de la ciudad que la vio nacer, es coqueta, va a fiestas y ama el arte por encima de todas las cosas. Y tan solo con eso está bien, es feliz, todo lo que pueda venir después no hace sino acrecentar su bienestar, como las puestas de sol, a las que es adicta, sentada, observando pacientemente como el cielo va adquiriendo las tonalidades cambiantes propias del ocaso.

Y allí en el parque, entre los cientos de personas que ha visto pasar ante ella, todas las vidas que ha inventado en un segundo como si de novelas cortas se tratasen, detiene su vista en la anciana del banco de al lado. Cabizbaja y con la mirada puesta en alguna pequeña piedrecita del camino, y piensa, si acaso la viejecita estará rememorando los cientos de atardeceres que habrá vivido allí, en Campo Grande, a lo largo de su vida.

domingo, 12 de septiembre de 2010

LA ELEGANCIA DEL PRIMATE

Es complicado permanecer estática mientras observas como la ignorancia del ser humano se hace cada vez más evidente. Y esta vez sí que me refiero a la ignorancia como el hecho de ser totalmente absurdo. ¿Y por qué? Porque el ser humano, es evidente, es un ser social al más alto nivel. En sentido retroalimentario, puesto que necesitamos hablar, pero también necesitamos nutrirnos de la voz de la persona que se sitúa delante de nosotros.

Y en ocasiones sale a la luz esa parte animalizada de cada uno de nosotros y actuamos como los primates originarios que dormitan dentro de cada cual. Así somos. Y lo aceptamos. Pero cuando dejamos escapar esos instintos perdemos la elegancia. La elegancia entendida como el buen gusto, esa parte que transmite paz, humildad, educación, serenidad y saber estar.
Pero partamos de la base de que esta acción se hace necesaria, es básica, una pulsión inherente a la cualidad humana, y está bien.

La elegancia a la que me refiero no se hace extensible (esta vez) al estilo físico, es algo que va más allá, una forma de hablar, de moverte y de actuar. Lo pésimo es cuando no concuerdan unos conceptos con otros, cuando la percepción de uno mismo no se sintetiza con la proyección que hacemos en los demás.

Y aun así me duele comparar al ser humano con el mono, porque no llegamos  a su altura. Ellos actúan por instinto, sí, pero sintiendo donde está el límite, esa fina línea que hace qu cambies tu punto de vista en un instante, que una persona agradable y aparentemente lógica no sea más que una maraña de patetismo. Y los simios serán muchas cosas, pero no patéticos, cualidad intrínseca del ser humano cuando no reconocemos el reflejo que devuelve el espejo de nosotros mismos.

Por mi parte y a modo de conclusión la elegancia del primate no es comparable con el primate humano que cree en su elegancia inexistente.

viernes, 10 de septiembre de 2010

ACORDES MUSICALES

Se que no puedo ser objetiva con la música, porque ha formado parte de mi mundo interior desde que tengo uso de razón.
En español, aclaro que la prefiero en español, por cuestiones meramente lingüísticas, aunque no descarto cualquier idioma, como el francés, que tiene la capacidad de  transportarte a otra dimensión completamente distinta…

La gente que me conoce sabe que tengo la costumbre (o más bien la necesidad de expresarme mediante canciones) y existe un artista predilecto, con el cual me puedo identificar con cada canción. Porque fue mi primer concierto, porque con él sentí mi primera emoción intensa a la temprana edad de ocho añitos, porque fue, es y seguirá siendo un apoyo musical en cada situación de alegría o tristeza, porque cuando él me falte ,la música (mi música) se llenará de tristeza y no podré llenar ese vacío  
Es más, cada canción suya puedo conectarla con una situación de mi vida. Es una conexión que va más allá de la música, ya que va por temporadas…a veces lo tengo olvidado en un cajón, durmiendo y descansando su voz, pero impacientándose y pidiendo con un grito silencioso, el instante en el que abra esa puerta y pueda inundar la habitación con esos acordes nunca olvidados.

Y así, nadando entre canciones y sentimientos me encuentro con frases que responden a una cotidianeidad demasiado conocida, demasiado amiga…

“Y aún sabiendo que mentías me callé, ¿y me preguntas si te amé?” Es una de las frases las que más ha calado en mi mentalidad musical. Otra de ellas es “Bajo la lluvia y bajo el sol, bellos e inmóviles los dos, se prometieron no crecer, no sé por qué me convenció hace tanto de aquello… pero les pudo la ambición…”

Y así puedo seguir toda la tarde, hasta que la luna le gane el pulso al sol….y me quedaría con frases guardadas en los bolsillos como quien colecciona chapas o canicas… porque cada cual, se expresa de la manera que más le conviene, y en este caso, es decir, en mi caso: es la música… o más bien sus historias…

domingo, 29 de agosto de 2010

LA PROYECCIÓN DE MI PROPIA LUZ

Hoy he recibido un comentario por parte de un buen amigo, que ha hecho que recapacite sobre este blog. “En tu blog intentas reflejar, pero en realidad proyectas, te expandes”.
Y tras analizarlo profundamente he llegado a la conclusión de que tenía que hablar sobre ello.

Es curiosa la sensación de escribir. En mi caso la técnica que utilizo es el análisis de los intangibles. Ideas que son abstractas relacionadas con el ser humano. Sus miserias, sus límites pero también sus grandiosidades.

El instante de sentarme frente  la pantalla y escribir acerca del sentimiento que me provoca una idea, no es algo sencillo. Se requiere la visita de la musa. Y a veces es tan caprichosa que no se digna a aparecer. Y eso lo complica todo.
Pero cuando aparece, siempre sin previo aviso,  se sienta frente a ti y te llena de inspiración es algo inexplicable con palabras. Entras en un estado de trance, vomitas palabras mezcladas con sentimientos, y tecleas, tecleas como si la vida se acabase, como si no pudieras detenerte, porque si lo haces ya no tendrías nada acerca de lo que escribir. Tecleas hasta quedarte exhausta. Cuando ese trance acaba y lees de manera consciente lo que has vertido sobre el papel virtual, observas que tiene sentido, una lógica, una estructura, y te sientes completa, pero también vacía. Es la dualidad en estado puro.

Quizás es ese el sentido que mi buen amigo Sión pretendía darle. Soy consciente de que nunca escribo con mensajes ocultos, o entre líneas, tan solo escribo lo que quiero que entendáis, sin embargo, hay un plano más allá que no había tenido en cuenta. Aquello que se transmite sin pretenderlo. Esa proyección del Yo interior. Esa luz que se genera con cada lectura de las entradas.

Y me gusta, porque en definitiva, y sin pretenderlo, me conocéis un poquito más, conocéis un poco más de este mundo interior que poseo y que me gusta llamar El Caos de la Coherencia.

A QUIEN ME ENSEÑO A PENSAR

Lo interior no se cultiva si alguien no incide sobre ello. Aprendemos de las personas que tenemos alrededor. Observamos, escuchamos sus historias, teorías, frases, ideas… y aprendemos sobre lo que transmiten. La escucha activa es el mejor modo de aprendizaje, o por lo menos es la forma en la que me desenvuelvo. Una persona especial me brindó una oportunidad que no todos los seres humanos aprecian y escogen: el conocimiento. Nunca le he confesado que él fue quién me enseñó a pensar, quien me enseñó a formular, quien me enseño a poseer una visión de la vida como la que tengo ahora. Creo que ha llegado el momento de rendirle homenaje, porque en cierta manera, todo lo que vierto en este blog, las reflexiones, las ideas, las teorías…ha nacido gracias a él.
Algo tienen determinadas personas. Es un halo de luz que desprenden, y que sientes en tu interior cuando estás a su lado. Pocos seres humanos poseen la gracia del don.
Todos  y cada uno de nosotros hemos topado con personas así a lo largo de nuestra vida. Sociables, amables, con una gran sonrisa siempre dibujada en rostro y con el corazón repleto pensamientos positivos. Son sanadores del alma. No hablo de gente extraordinaria,  me refiero a esas personas que tienen una forma de ser especial, que atraen, enganchan, fascinan. Son creativos, locuaces e inteligentes.

Son esos seres con los que de manera inmediata, sientes una gran paz interior, ellos lo transmiten, a pesar, de que por dentro puedan estar destrozados. No se atisba ni un gramo su pesadez en el alma. Y ahí están. Sentados frente a ti, con un café humeante, hablándote de lo humano pero también de lo divino. Son seres especiales que llenan la habitación en el instante en el que un pie traspasa el umbral de la puerta. 
Aprendes con cada palabra que pronuncian, cada idea que transmiten posee una sólida coherencia aplastante, juegan con las teorías como si de mariposas se tratasen. Son personas que debemos cuidar para que jamás se alejen de nuestro lado, son en definitiva sabios.

A mi tío Paco.

sábado, 28 de agosto de 2010

IGNORANCIA UNIVERSAL

Si hace unos días os especificaba el poder de la percepción humana en términos generales (psicológicos)  es este el momento en el que se debe ir un paso más allá, en términos más específicos en cuanto a la percepción que de uno mismo se posee en relación a la observación del universo. Si bien es cierto que éste se configura de manera abstracta, como una idea de acotación difícil, la dimensionalidad o tamaño medible del mismo, es un concepto científico encuadrado en la teoría de la relatividad, haciendo  referencia, su tamaño,  al continuo espacio-tiempo en términos absolutos de consideraciones geométricas, en cuanto a la medición del tiempo. Sin embargo me desviaré de esta acepción para enfocarla en base a la percepción que el individuo posee de ese infinito y el poder que ejerce sobre nosotros.  Siempre he considerado vital conocer o indagar acerca de los límites del ser humano. Nosotros, animales racionalizados, egocéntricos y prepotentes nos complace elevar el escaso conocimiento que poseemos del universo en general y plasmarlo en celulosa encuadernada para que nuestros descendientes alaben ese pequeño saber que nosotros creemos absoluto.   

No nos detenemos a observar los límites que poseemos, la ignorancia que se extiende delante de nosotros y por ello cada pequeño avance, lo calificamos como un prodigio de la investigación. Pero estamos lejos de ser prodigiosos. Observemos el universo. Es una actividad que el individuo debería realizar más a menudo. Es cuando nos situamos bajo el oscuro y tranquilo manto llamado cielo, salpicado por pequeños guiños de luz, cuando caemos en la cuenta de la nimiedad del individuo. El descubrimiento individual de esta sensación es necesario y primordial, sin embargo pocos aprenden de esa situación y tras aprehender el momento, lo dejan caer ligeramente en el olvido de su existencia. Es el instante de observación pura del universo cuando divago acerca de la continua extensión y expansión  del mismo. Tal y como ya he especificado en el artículo anterior, es perturbador para el ser humano la no capacitación de acotación de la realidad. Con lo cual perturba el hecho de la expansión del universo. Teniendo en cuenta que se conforma de múltiples infinitos y que la teoría relativa a la expansión es compleja en sí misma, no podemos delimitar el concepto más allá que del ligero conocimiento que poseemos del mismo. Y es justo en ese instante, arropados por el abrigo universal cuando caemos en la cuenta de que no somos más que pequeños seres, frágiles e ignorantes con una soberbia engrandecida por la ignorancia.

martes, 24 de agosto de 2010

LA FE CIEGA EN LO INVISIBLE

Esta entrada se acoge al derecho constitucional: Artículo 20. Sección 1, letra A Constitución española de 1978. Las opiniones aquí vertidas responden a una opinión personal subjetiva,  y en ningún caso se corresponde con una verdad absoluta. Puede herir la sensibilidad de algunos lectores.
La ignorancia del ser humano es lo que hace que el miedo salga a la luz (entiende ignorancia como el desconocimiento y no como un insulto). Hacía tiempo que  no conversaba acerca de este tema y en tan solo veinticuatro horas me he encontrado palabreando en dos ocasiones y con dos personas distintas acerca de estos conceptos. 
El ser humano necesita acotar su realidad. Necesita poner límites, fechas, enumerar y contabilizarlo todo. El caos que provoca la sensación de no poder controlar la realidad es lo que hace que amemos el hecho de incorporar límites a la existencia de  nuestro alrededor, a nuestro entorno. Soy consciente de la controversia que puede generar en uno mismo la lectura de este artículo, pero no deja de ser una opinión subjetiva y personal. Para el individuo la sola existencia es un claro enigma, ¿por qué estoy aquí?, ¿de dónde he venido?, ¿donde iré cuando muera?, ¿por qué este cuerpo y no otro?, ¿por qué en esta época y no  en cualquier otra?, ¿por qué un ser humano y no un animal? 
La necesidad de respuestas como método de acotar y controlar la realidad es inherente a la capacidad de raciocinio del individuo. Por ello inventamos la religión, la cual no deja de ser una empresa que pervive por el aprovechamiento del miedo que siente el ser humano ante algo desconocido. Es terrible alimentarse del miedo infundido por lo desconocido, a nivel retroalimentario, generando a su vez un mayor nivel de miedo (el infierno).


Hay quien afirma que es la Iglesia, como institución, la culpable de ello. Pero lo cierto es que resulta un cómputo de muchos procesos. La fe es algo necesario, por descontado, es lo que empuja al individuo a seguir progresando, pero se debe entender la fe desde diferentes puntos de vista. La fe ciega de creer en un ser superior, omnipotente, omnipresente, creador de todo y de la nada, la existencia extrema de los opuestos: el bien y el mal no es algo beneficioso. El punto positivo de la creencia religiosa es el hecho de incitar al individuo a la bondad de sus actos, es el único aspecto a  destacar de manera real. La radicalidad que genera es altamente peligrosa (en algunas sociedades matar en nombre de un ente superior es algo natural, eximiendo de uno mismo toda responsabilidad moral, siendo simplemente detestable). 
La fe ciega en un mundo paralelo y superior, el cielo, es la forma en la que el ser humano se escuda ante el miedo de no obtener la respuesta fundamental a la pregunta: qué ocurre cuando la consciencia se apaga. Y ahí va mi respuesta: no ocurre absolutamente nada. Me apoyo en la Teoría Cientificista y me declaro fiel seguidora de la misma. Cuando el cuerpo muere, la consciencia de apaga, es el miedo a no sentir, no percibir, no pensar… lo que asusta terriblemente, y la única manera de superar ese miedo es aceptando esa situación como inevitable. No me refiero a conformismo, me refiero a comprender el fin. Personalmente me resulta indómito pensar que exista un ser superior que vela por la humanidad. No lo concibo.
No concibo más allá de la idea de que somos meros resultados de una evolución genética, que durante millones de años hemos ido perfeccionándonos en base a las características que nos hacían más fuertes, adaptándonos al medio que nos rodea y desarrollando la capacidad del habla, el cual nos capacita a su vez para generar pensamientos. 
Somos animales en el estricto sentido de la palabra, venimos de la nada y por consiguiente la capacidad de razonamiento se extingue cuando el órgano vital que nos mantiene calientes deja de latir, deja de bombear. Vuelvo por tanto a la idea de la nada. La angustia psicológica que genera en el individuo es considerable, por ello nos empecinamos en creer (o querer creer) que existe algo más allá después del tránsito hacia la oscuridad. Nos aterra pensar en la oscuridad, en el instante en que dejemos de ser lo que somos, en el momento en el que no seamos capaces de poseer una consciencia acerca del entorno. Y aterra porque no podemos hacernos ni la más ligera idea acerca de cómo será la situación. No es controlable, no puede acotarse, y el ser humano sin el  (aparente) control de las situaciones, se convierte en la personificación del caos. Galimatías que rige de manera inteligente la religión (cualquiera de ellas). 
Los individuos con menor grado de cultura (y esto no lo digo yo) poseen un nivel de fanatismo religioso exacerbado, cayendo en las abrutas y absorbentes aguas religiosas, dejándose llevar por algo invisible, algo que no ha visto nunca con sus propios ojos y que solo espera con una ilusión y una esperanza desgarradora, el instante de su muerte para comprobar si, efectivamente, ha vivido su vida  de manera que giraba en torno a una falacia, para darse cuenta que ya es tarde como para enfocar su fe en algo mucho más plausible: él mismo como persona.

lunes, 23 de agosto de 2010

RECONSTRUCCIÓN

Hace semanas que percibía la gestación de un cambio a mi alrededor. Debido a la alteración de vida de manera repentina y ante el desequilibrio que esto me había provocado, tan solo asociaba ese presentimiento a la condición de la modificación de los hábitos cotidianos y la estancia en una ciudad extraña. Pero estaba lejos de ser lo que yo pensaba. Hacía semanas que notaba que mi bloqueo interno iba lánguidamente desapareciendo, paso a paso, poco a poco. Hace exactamente un año mi mundo se derrumbó, mi alma se quebró en mil pedazos minúsculos y las compuertas internas se cerraron dejando a su paso el eco sonoro de la decepción. Apareció la desconfianza ante las personas. Fui construyendo una coraza cálida y templada a mi alrededor, de manera que si alguien osaba a herirme de la misma manera, tan sanguinaria y profunda, tan solo resultaría herida esa coraza y mi interior quedaría intacto. Lo cierto es que no se si sirvió de algo, no di ni siquiera la oportunidad de que lo intentaran. La esperanza en el ser humano se adormiló y ha permanecido oníricamente posada en lo más hondo de mi mente. Un año después, el día de hoy exactamente ese nudo ha desaparecido. Como si se tratase de una revelación divina la realidad se ha mostrado frente a mí, cuando cierras las compuertas de esa manera, corres el riesgo de que no vuelvan a abrirse jamás. Es en el instante en el que te muestras de la manera que realmente eres, cuando alcanzas un nivel superior. En tan solo unas horas dejé que alguien me conociese tal cual soy, sin protegerme con la coraza que tanto me ha abrigado desde hace un año. Llevaba demasiado tiempo preguntándome qué sucedería ante un instante así, y la respuesta fue más sencilla que todas las conjeturas previas que había formulado. Simplemente no ocurrió nada. Sentí que me había echado de menos. Sentí como si mi verdadero yo hubiese vuelto de un viaje lejano, pero lleno de vida, recargado como por la luz del sol. Y precisamente ha sido el astro rey el que me ha indicado que ese cambio, esa evolución había finalizado.

El alba me ha sorprendido como cada mañana entre callejuelas, de camino al trabajo, y por un instante he percibido que la luz no poseía ese matiz característico azulado de los primeros rayos de la jornada. Se trataba de luz blanca (y no es una metáfora, era literalmente blanquecina). Los primeros rayos (extraños) de sol han dejado al desnudo una ciudad cálida, llena de vida y mientras aguardaba pacientemente la llegada del bus, esos extraños rayos han bañado mi cuerpo y no lo he impedido. La luz sonreía y la pesadez con la que he convivido durante un año, ha desaparecido sin más, gracias al efecto purificador del sol. Ha sido arduo el camino de la reconstrucción absoluta del alma, pero por fin el proceso ha concluido.

domingo, 22 de agosto de 2010

ANIMALES

Hace mucho que descubrí que el ser humano es una analogía de la falacia y el raciocinio enmascarado.  La razón radica en la importancia que genera en nosotros mismos la aceptación social externa a nuestra propia persona.  Comenzando por el aspecto físico y acabando por el nivel intelectual. Desde que el individuo es arrojado al mundo,  una constante carrera se configura como lo primordial, como la base de cada acto. Pretendemos ser mejores, tener más, caer mejor, conseguir un nivel de vida que muchos calificaríamos como de lujuria excesivamente  sexual, en base a objetos materiales. Ser mejores. ¿Pero mejores que quién? Mejores que nosotros mismos, porque nuestro interior es en ocasiones terrorífico.

El ser humano tiene la capacidad de sentir miedo hacia sí mismo. Hacia aquellas situaciones en las que el verdadero Yo sale a la luz. Instantes que vivimos en primera persona, pero que sentimos como un agente externo. Y pasado el momento, nos cuesta reconocer un trozo de nosotros mismos en esa actuación.  Es el momento en el que nos damos cuenta de nuestra parte animalizada y nos vemos reflejados cual pintura negra de Goya, sin poder ni siquiera reconocer nuestro más profundo Yo. Y asusta.

La capacidad de maldad en el ser humano es directamente proporcional a su capacidad de amar. Y ambas cosas asustan. La terribilidad de poder amar de manera inconmensurable pero la excesiva tendencia al odio hacia uno mismo y hacia los demás. El ser humano, es y ha sido siempre, un animal movido por los instintos más básicos. No dejamos de ser eso: animales.

jueves, 19 de agosto de 2010

LA RELATIVIDAD DE LOS EXTREMOS

La relatividad de los extremos. Curioso título donde los haya, paradójico cuanto menos. ¿Y por qué titulo así el artículo? Pensaréis. Mientras que el concepto extremo posee connotaciones de absolutismo y radicalidad, el término relatividad hace referencia a la cualidad de correlación, de correspondencia. 

El  sentido que confiero al siguiente pensamiento no es otro que el de los opuestos. Vengo a hablar de la felicidad y la desgracia. Sentimientos humanos totalmente contradictorios pero sentidos por el ser humano de manera diferente. Es curioso el hecho de preguntarle a una persona si es feliz. Normalmente la respuesta será afirmativa salvo por la palabra de después: “pero”… el ser humano espera un nivel de felicidad extrema, nunca somos lo suficientemente felices, aspiramos a un nivel superior, y sin embargo, cuando nos ocurre algo desagradable tenemos el sentimiento de que no existe  una desgracia peor. De que no existe, de ninguna manera, un estado de desgracia mayor, de pena más grande, de peor mala suerte. ¿Curioso verdad? 

Ahí radica la relatividad de los extremos. Nunca somos lo suficientemente felices pero sí que nos sentimos lo más desgraciados del mundo. Desde aquí os animo a que cambiemos esa visión del mundo.  Encontremos la felicidad en las pequeñas cosas y admitamos que las desgracias tienen solución…y si no la tienen… ¿pues para qué preocuparnos? 

Sed felices.

lunes, 16 de agosto de 2010

UN AÑO MÁS...

 
Hoy cumplo años. Veinticinco exactamente. Un cuarto de siglo. Ni mucho ni poco. Suficiente.
A pesar de mis continuas bromas acerca de la cercanía de la vejez, no me da miedo en absoluto cumplir años. Conozco gente de mi edad preocupada por la proximidad de los treinta, o por no tener nada fijo y seguro todavía en la vida.

¿Qué más da? Si hay algo positivo en cumplir años es el conocimiento de uno mismo de manera introspectiva.
La madurez es algo que solo se consigue con los años, y además va unida a la experiencia. Y no hay nada tan bonito como la experiencia de conocerse a uno mismo.

Con la llegada de los veinticinco, a una le da por pensar acerca de lo que importa realmente en la vida, y de lo que me hace feliz. Curiosamente lo único que deseo es una vida tranquila, sin sobresaltos negativos, con mi trabajo, mi vida diaria, mis cañas en el bar de debajo de casa, los reencuentros con mis amigos de la universidad, esa sonrisita que se dibuja en los labios andando por la calle cuando escuchas en los cascos una canción que te gusta. Eso es lo que soy. Y lo sé porque me conozco.

Y eso me lo dan los años. Me lo dan las velas que soplo y todos los acontecimientos que ocurren entre una tarta con velas y la siguiente.

Saber exactamente lo que quieres, como lo quieres y cuando lo quieres…. Y hasta sorprenderte al darte cuenta que a veces te equivocas acerca de lo que necesitas, porque eso deja constancia que todavía me quedan muchos años para adquirir experiencia.

miércoles, 11 de agosto de 2010

COMPORTAMIENTO SOCIAL...

El ámbito sociológico siempre ha sido un referente en cuanto a que mi andadura universitaria dio comienzo en esa carrera. A pesar de que descubrí que no era mi campo de trabajo predilecto, no dudé en sacar partido de todo lo aprendido y los conocimientos que había adquirido en ese escaso lapso de tiempo. Gracias a todo ello, mi visión del comportamiento social se definió por completo. Aprendí a observar la sociedad como grupo un homogéneo hipersegmentado en pequeños grupos heterogéneos. Pero también a comprender el comportamiento individual en base al comportamiento societario. En este sentido comprendí la diferencia entre grupo de pertenencia y grupo de referencia y cómo el individuo va configurando su existencia en función de esos grupos. Leí a Weber, entendí a Durkheim, soñé con Marx… pero nada fue comparable con el nivel de Maquiavelo, cuya obra El Príncipe, ha constituido la famosa frase de “el fin justifica los medios”. No entraré en detalles, teorías o inclinaciones/opiniones en cuanto a su certeza o desatino, no creo que sea de interés fundamental conocer qué opino acerca de ello. Tan solo puede servirme de referencia en tanto que mi visión del mundo cambió radicalmente tras ese descubrimiento. La masa atomizada en manos de un déspota que abusa de su poder, inquiriendo y malogrando en base a su propio beneficio, mientras esa masa, embelesada por un lado pero odiando la mano que lo maneja, sigue fielmente cual perrito faldero las órdenes que desde arriba se generan. Esta idea es aplicable en todo en la vida, y no necesariamente en términos absolutos políticos. Si lo piensas un poco encontraras una analogía antes de lo que piensas…

viernes, 6 de agosto de 2010

LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO

 
 
Novela, páginas, párrafos, líneas, frases, palabras.... No son escasas las combinaciones gramaticales formuladas para la generación de un único objetivo: la transmisión de la idea narrativa.

Leer... un acto de naturaleza humana, al cual todos y cada uno de nosotros está "condenado", y entiende condena según sea tu relación con los libros.

Condena para miles de estudiantes escolares que se ven obligados a disfrutar de una buena sesión novelística.....Deleite para los menos, que a cada escaso rato libre que su ajetreada vida les proporciona, como un pequeño homenaje, tienen la voluntad de sumergirse entre ese mar de palabras que son un puñado de páginas.

Ese puñado de páginas merece mi actualización.

Reza el dicho popular. "La curiosidad mató al gato".... y yo respondo: ese gato es, francamente afortunado. La curiosidad es lo que te empuja a decantarte por un libro y un libro no es más que una historia.

Historias que jamás pudiste creer que pudieras vivir..... personajes que aparecen a tu lado tendiéndote una mano al hombro para que les acompañes en esa historia. Y lo más sorprendente de todo...estar recreando mentalmente una acción que el propio autor reflejó en su pensamiento.
Eso es lo bonito. Es esa conexión siglos atrás.
Es una forma de regresión a la mente del escritor...es, en definitiva, sentir lo que sintió, amar lo que amó, odiar lo que detestó.... leer lo que leyó.... pero no te sientas único ni especial ya que miles, millones de personas han sentido exactamente lo mismo que has sentido tú.

Es la curiosidad lo que mueve a la lectura. Es una necesidad humana más allá de la psicología. Es una pulsión necesaria para vivir...

Las páginas revolotean ávidas entre tus dedos mientras intentas que tus pensamientos vayan al unísono....sensaciones que se transforman en palabras....palabras que se transforman en ideas....ideas que transforman al propio ser humano....y vuelta a empezar...

Lauri :)

martes, 3 de agosto de 2010

NADA ES COMO PARECE SER…¿O SI?

Percepción. Bonita palabra. Complejo significado. La percepción es una herramienta compleja que permite al ser humano identificar cada parte de la naturaleza. El sujeto percibe, analiza, construye la idea para más tarde, asemejarla al objeto en cuestión. Por ejemplo, una mesa.  Conocemos la forma de una mesa corriente, podemos imaginarla en nuestra mente desde todos los ángulos posibles sin necesidad de tener uno delante nuestro, ¿no es cierto?.

La primera vez en nuestra vida que observamos una mesa, en nuestro cerebro queda impresa la imagen que capta la retina. La segunda ocasión que observamos (aun de manera inconsciente) una mesa pero desde otro ángulo, vuelve a grabarse dentro de nuestro cerebro, y así innumerables veces. ¿Cómo es posible  llegar a concebir una mesa sin ni siquiera tenerla delante? Gracias a  la percepción. Complejas interconexiones cerebrales posibilitan esta función, que además es aplicable a todo en la vida.  Lo maravilloso es que aunque los tipos de mesas puedan cambiar, la esencia es la misma, y por tanto reconocible por el ser humano.
Pero llegados a este punto una duda me asalta por completo… lo que un individuo percibe, ¿es percibido por la colectividad de la misma manera?. Es decir, percibo de manera individual una realidad (la que mi cerebro ha percibido), pero es mi percepción análoga al resto de seres humanos?  En realidad una mesa es, sin lugar a dudas, una mesa: un tablón y cuatro patas, pero ¿hasta qué punto nuestra experiencia puede condicionar la percepción?.

En la terminología Freudiana (que tanto me gusta), la percepción es altamente subjetiva en tanto que se producen reglas mnemotécnicas de reconocimiento de los objetos para poder comprender la realidad objetiva. Ello mismo es aplicable a las pulsiones humanas o los sentimientos más irracionales (instintivos, se entiende). Por ejemplo, la ira. 
Todo el mundo experimenta ira, pero ¿existe un sentimiento de ira universal? Cuando yo, sujeto, experimento una pulsión, la ira, ¿el resto de seres experimentan el mismo sentimiento? ¿Cómo somos capaces por tanto de describir y sobre todo, conceptualizar algo tan abstracto?
Por lo tanto y volviendo a las reglas mnemotécnicas de analogías para la percepción, soy yo, sujeto, el que aúna la pulsión con el concepto, siendo capaz de racionalizar un sentimiento irracional mediante la percepción.

Acabo la reflexión en el mismo punto desde el que comencé. Sin conocer exactamente como es capaz el individuo de llevar a cabo una percepción material y emocional, de manera totalmente introspectiva e individualizada pero alcanzable al resto de la raza humana,  pero también termino esta reflexión divisando una claridad quizás mas importante: la no comprensión del concepto anterior me lleve a la comprensión de algo más elevado: la grandiosidad del ser humano.

miércoles, 28 de julio de 2010

EL PARANGÓN

La vida es un devenir de momentos concatenados. Instantes unidos entre sí por una aparente lógica interna, pero no es cierto. Y no es cierto por una sencilla razón: la vida no posee ninguna lógica. ¿De qué sirve vivir si todos y cada uno de nosotros aguardamos pacientemente ese relámpago que apagará nuestra consciencia? ¿Tiene lógica alguna? Nacemos, vivimos ese periodo corto de existencia y morimos. Y así, el ser humano, egocéntrico por naturaleza, se empeña en hacer de ese corto periodo de tiempo, algo memorable, algo por lo que valga la pena seguir respirando, algo que perdure en la humanidad, intentando pisar fuerte el planeta en el que vivimos para dejar marcada una huella. Su huella. Pero no perdurará. No lo hará.
 
Ahí radica el avance del ser humano. Progresamos a nivel social debido al egocentrismo individual de cada persona. Trabajo, consigo capital, lo invierto, recibo beneficios, me enriquezco y lo dejo en herencia a mis primogénitos. Algo natural, algo común. Pero si unimos esa experiencia en los miles de millones de seres humanos que habitan y han habitado en el pasado este planeta, dará como resultado miles de millones de intenciones individuales comunes que convergen en la realidad del avance social y comunitario.

Por lo tanto la vida, por definición carece de lógica, pero la intencionalidad y las consecuencias que se derivan de ella son de vital importancia.

En ese devenir de idas y venidas que es la vida, nos cruzamos con incontables personas que dejarán, por muy pequeña que ésta sea, una huella en nosotros mismos. Ahí es donde quiero llegar. La afinidad existente entre personas y su capacidad para relacionarse. Podemos tener amigos, conocidos, vecinos, compañeros, y un sinfín de adjetivos calificativos inherentes a la persona que ocupa un puesto en nuestra vida, y todos y cada de ellos podrá ser de diferente posición, diferente  estrato social, diferente cultura, diferente nacionalidad. Así es la amistad: ese sentimiento que une a los individuos eximiendo cualquier diferencia que coexista entre ambos.
 
Sin embargo hay un tema complicado de entender pero sencillo de explicar.
 
Tengo una buena amiga que una vez (varias en realidad) me dijo: “En las parejas amorosas, ambas personas deben de tener el mismo grado de cultura, sino a la larga acabarán por no conectar”. Puede parecer una afirmación frívola, pero tiene muchísima razón. 
 
Podría decir que en el amor no hay diferencias culturales (a nivel de grado de cultura general y específica), pero sería caer en un tópico romanticista. Podría afirmar que esa diferencia puede afianzar el amor que se profesan dos personas. Pero caería en otro tópico. Podría decir que el amor es esa fuerza que mueve el mundo y que nada puede destruir lo que dos corazones han edificado. Pero mentiría. Porque lo que de verdad enamora es la conversación. Sin conversación no existe un atisbo de esperanza. Cuando un ser humano profundiza en los pensamientos del otro, y atisba una luz de entendimiento y similitud, es cuando nace el amor. Por eso dos personas de diferente nivel cultural rara vez podrán estar juntas.
 
O sino, recapacita. Imagina esta situación. Tú, ávido de conocimiento, inquieto, con preguntas que no puedes resolver, con respuestas para preguntas que todavía no conoces. Ahora piensa en una persona delante de ti, que su máxima aspiración es ver en la televisión ese programa de dudosa calidad. Que su meta se centre exclusivamente en saber qué ocurre en los alrededores de las lindes de su ciudad. Que cuando te escuche hablar sobre la eutanasia no piense que es el último perfume de un gran diseñador.
Quizá no sea imposible que dos tipos de mentalidades estén juntas, pero sí es improbable.
No hablo de carreras universitarias, masters en Estados Unidos, o de un neurocirujano. Hablo de inquietudes internas que se traducen en respuestas externas.
Hablo de personas comunes. No extraordinarias.

Es el parangón el objetivo último de la búsqueda humana. Esa similitud que se muestra delante de cada cual. Y que elegimos con total albedrío, pero siguiendo unas pautas de repetición. Esa igualdad que, sin embargo, deseamos insistentemente que se diferencie del resto de lo que hemos conocido, que sobresalga por encima de todo lo anterior, que sea nuestro referente. Pero no nos damos cuenta que es ese referente aparentemente original, en el que se asienta la base de la correspondencia. Buscamos a un igual. Un igual que se diferencie del resto de personas. ¿Acaso tiene eso alguna lógica? No. Al igual que la vida tampoco la tiene.

domingo, 25 de julio de 2010

EL POR QUÉ DE LA EXISTENCIA DE ESTE BLOG

No recuerdo cuál fue mi primer libro. Pero si recuerdo las sensaciones que han nacido en mi interior con cada uno de ellos durante su lectura.

De niña no leía libros, los devoraba. Siempre tenía hambre de lectura y nada podía saciarla.  Hoy en día, me ocurre lo mismo.

La curiosidad es la madre del aprendizaje. Nunca he dejado de aprender (más importante aún: aprehender) y tampoco creo que pueda parar a estas alturas de la vida.

Es ese apetito de conocimiento lo que nos empuja a consumir información, datos de todo tipo.
Por mi parte me presentaré como corresponde, no creo que deba empezar este blog siendo una mala anfitriona.

Mi nombre es Laura, muchos de vosotros ya conoceréis mi otro blog, Book Trendy Girl, especializado en información y comunicación de moda, y si aun no habéis pasado por él, os invito a que lo hagáis.

Nací en una ciudad alicantina, pero el destino y ese hambre de enseñanza,  me transportaron a una ciudad donde la cultura es el motor de la misma, esa ciudad es Segovia. Pasé varios años formándome académicamente y cuando me gradué me arrancaron de ella. Utilizo ese concepto porque fue una separación dolorosa, casi traumática.
En cierta manera fue en esa ciudad donde di el gran paso de niña a mujer, donde descubriría una parte de mi misma que no conocía, donde aprendería todo lo necesario de la vida, donde me caí y me levanté, donde celebré éxitos pero también lloré fracasos. Fue allí donde la actual Laura nació como ser humano.

Mi vinculación con las artes se desarrolló de manera temprana. En seguida caí en la cuenta de que no poseo ese don para la creación pero mi amor por ellas eran tan inconmensurable se tradujo en desear conocer a todos ellos que sí que poseen la gracia artística.

Cuando hablo de las artes, hablo de las artes en general: literatura, poesía, danza, música y arte plástico.
Río con un libro, lloro con el ballet y la ópera, me estremezco cuando una métrica poética toca mi alma y entro en trance ante un cuadro.

Es esa creatividad humana que hace posible algo tan bello. Como también es bello el ser humano y la capacidad de creación pero también destrucción que posee.

De eso vengo a hablar: De reflexiones, de conjeturas, de pensamientos, de sueños...

Jamás había pensado hacer públicas mis reflexiones, al fin y al cabo no sé a quien puede interesar algo tan íntimo y subjetivo. Pero si has leído hasta aquí, es que al menos, la curiosidad ha llegado hasta a ti, y eso es lo que nos une: pensar.

¿Pensamos juntos?