martes, 3 de agosto de 2010

NADA ES COMO PARECE SER…¿O SI?

Percepción. Bonita palabra. Complejo significado. La percepción es una herramienta compleja que permite al ser humano identificar cada parte de la naturaleza. El sujeto percibe, analiza, construye la idea para más tarde, asemejarla al objeto en cuestión. Por ejemplo, una mesa.  Conocemos la forma de una mesa corriente, podemos imaginarla en nuestra mente desde todos los ángulos posibles sin necesidad de tener uno delante nuestro, ¿no es cierto?.

La primera vez en nuestra vida que observamos una mesa, en nuestro cerebro queda impresa la imagen que capta la retina. La segunda ocasión que observamos (aun de manera inconsciente) una mesa pero desde otro ángulo, vuelve a grabarse dentro de nuestro cerebro, y así innumerables veces. ¿Cómo es posible  llegar a concebir una mesa sin ni siquiera tenerla delante? Gracias a  la percepción. Complejas interconexiones cerebrales posibilitan esta función, que además es aplicable a todo en la vida.  Lo maravilloso es que aunque los tipos de mesas puedan cambiar, la esencia es la misma, y por tanto reconocible por el ser humano.
Pero llegados a este punto una duda me asalta por completo… lo que un individuo percibe, ¿es percibido por la colectividad de la misma manera?. Es decir, percibo de manera individual una realidad (la que mi cerebro ha percibido), pero es mi percepción análoga al resto de seres humanos?  En realidad una mesa es, sin lugar a dudas, una mesa: un tablón y cuatro patas, pero ¿hasta qué punto nuestra experiencia puede condicionar la percepción?.

En la terminología Freudiana (que tanto me gusta), la percepción es altamente subjetiva en tanto que se producen reglas mnemotécnicas de reconocimiento de los objetos para poder comprender la realidad objetiva. Ello mismo es aplicable a las pulsiones humanas o los sentimientos más irracionales (instintivos, se entiende). Por ejemplo, la ira. 
Todo el mundo experimenta ira, pero ¿existe un sentimiento de ira universal? Cuando yo, sujeto, experimento una pulsión, la ira, ¿el resto de seres experimentan el mismo sentimiento? ¿Cómo somos capaces por tanto de describir y sobre todo, conceptualizar algo tan abstracto?
Por lo tanto y volviendo a las reglas mnemotécnicas de analogías para la percepción, soy yo, sujeto, el que aúna la pulsión con el concepto, siendo capaz de racionalizar un sentimiento irracional mediante la percepción.

Acabo la reflexión en el mismo punto desde el que comencé. Sin conocer exactamente como es capaz el individuo de llevar a cabo una percepción material y emocional, de manera totalmente introspectiva e individualizada pero alcanzable al resto de la raza humana,  pero también termino esta reflexión divisando una claridad quizás mas importante: la no comprensión del concepto anterior me lleve a la comprensión de algo más elevado: la grandiosidad del ser humano.

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