lunes, 23 de agosto de 2010

RECONSTRUCCIÓN

Hace semanas que percibía la gestación de un cambio a mi alrededor. Debido a la alteración de vida de manera repentina y ante el desequilibrio que esto me había provocado, tan solo asociaba ese presentimiento a la condición de la modificación de los hábitos cotidianos y la estancia en una ciudad extraña. Pero estaba lejos de ser lo que yo pensaba. Hacía semanas que notaba que mi bloqueo interno iba lánguidamente desapareciendo, paso a paso, poco a poco. Hace exactamente un año mi mundo se derrumbó, mi alma se quebró en mil pedazos minúsculos y las compuertas internas se cerraron dejando a su paso el eco sonoro de la decepción. Apareció la desconfianza ante las personas. Fui construyendo una coraza cálida y templada a mi alrededor, de manera que si alguien osaba a herirme de la misma manera, tan sanguinaria y profunda, tan solo resultaría herida esa coraza y mi interior quedaría intacto. Lo cierto es que no se si sirvió de algo, no di ni siquiera la oportunidad de que lo intentaran. La esperanza en el ser humano se adormiló y ha permanecido oníricamente posada en lo más hondo de mi mente. Un año después, el día de hoy exactamente ese nudo ha desaparecido. Como si se tratase de una revelación divina la realidad se ha mostrado frente a mí, cuando cierras las compuertas de esa manera, corres el riesgo de que no vuelvan a abrirse jamás. Es en el instante en el que te muestras de la manera que realmente eres, cuando alcanzas un nivel superior. En tan solo unas horas dejé que alguien me conociese tal cual soy, sin protegerme con la coraza que tanto me ha abrigado desde hace un año. Llevaba demasiado tiempo preguntándome qué sucedería ante un instante así, y la respuesta fue más sencilla que todas las conjeturas previas que había formulado. Simplemente no ocurrió nada. Sentí que me había echado de menos. Sentí como si mi verdadero yo hubiese vuelto de un viaje lejano, pero lleno de vida, recargado como por la luz del sol. Y precisamente ha sido el astro rey el que me ha indicado que ese cambio, esa evolución había finalizado.

El alba me ha sorprendido como cada mañana entre callejuelas, de camino al trabajo, y por un instante he percibido que la luz no poseía ese matiz característico azulado de los primeros rayos de la jornada. Se trataba de luz blanca (y no es una metáfora, era literalmente blanquecina). Los primeros rayos (extraños) de sol han dejado al desnudo una ciudad cálida, llena de vida y mientras aguardaba pacientemente la llegada del bus, esos extraños rayos han bañado mi cuerpo y no lo he impedido. La luz sonreía y la pesadez con la que he convivido durante un año, ha desaparecido sin más, gracias al efecto purificador del sol. Ha sido arduo el camino de la reconstrucción absoluta del alma, pero por fin el proceso ha concluido.

1 comentario:

  1. Conjeturas, callejuelas y sol, la ecuación que es igual a lo puro.

    O al menos eso se intuye mientras se gastan las tizas y la pizarra en buscar su solución.

    ;-)

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