domingo, 29 de agosto de 2010

A QUIEN ME ENSEÑO A PENSAR

Lo interior no se cultiva si alguien no incide sobre ello. Aprendemos de las personas que tenemos alrededor. Observamos, escuchamos sus historias, teorías, frases, ideas… y aprendemos sobre lo que transmiten. La escucha activa es el mejor modo de aprendizaje, o por lo menos es la forma en la que me desenvuelvo. Una persona especial me brindó una oportunidad que no todos los seres humanos aprecian y escogen: el conocimiento. Nunca le he confesado que él fue quién me enseñó a pensar, quien me enseñó a formular, quien me enseño a poseer una visión de la vida como la que tengo ahora. Creo que ha llegado el momento de rendirle homenaje, porque en cierta manera, todo lo que vierto en este blog, las reflexiones, las ideas, las teorías…ha nacido gracias a él.
Algo tienen determinadas personas. Es un halo de luz que desprenden, y que sientes en tu interior cuando estás a su lado. Pocos seres humanos poseen la gracia del don.
Todos  y cada uno de nosotros hemos topado con personas así a lo largo de nuestra vida. Sociables, amables, con una gran sonrisa siempre dibujada en rostro y con el corazón repleto pensamientos positivos. Son sanadores del alma. No hablo de gente extraordinaria,  me refiero a esas personas que tienen una forma de ser especial, que atraen, enganchan, fascinan. Son creativos, locuaces e inteligentes.

Son esos seres con los que de manera inmediata, sientes una gran paz interior, ellos lo transmiten, a pesar, de que por dentro puedan estar destrozados. No se atisba ni un gramo su pesadez en el alma. Y ahí están. Sentados frente a ti, con un café humeante, hablándote de lo humano pero también de lo divino. Son seres especiales que llenan la habitación en el instante en el que un pie traspasa el umbral de la puerta. 
Aprendes con cada palabra que pronuncian, cada idea que transmiten posee una sólida coherencia aplastante, juegan con las teorías como si de mariposas se tratasen. Son personas que debemos cuidar para que jamás se alejen de nuestro lado, son en definitiva sabios.

A mi tío Paco.

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