El ámbito sociológico siempre ha sido un referente en cuanto a que mi andadura universitaria dio comienzo en esa carrera. A pesar de que descubrí que no era mi campo de trabajo predilecto, no dudé en sacar partido de todo lo aprendido y los conocimientos que había adquirido en ese escaso lapso de tiempo. Gracias a todo ello, mi visión del comportamiento social se definió por completo. Aprendí a observar la sociedad como grupo un homogéneo hipersegmentado en pequeños grupos heterogéneos. Pero también a comprender el comportamiento individual en base al comportamiento societario. En este sentido comprendí la diferencia entre grupo de pertenencia y grupo de referencia y cómo el individuo va configurando su existencia en función de esos grupos. Leí a Weber, entendí a Durkheim, soñé con Marx… pero nada fue comparable con el nivel de Maquiavelo, cuya obra El Príncipe, ha constituido la famosa frase de “el fin justifica los medios”. No entraré en detalles, teorías o inclinaciones/opiniones en cuanto a su certeza o desatino, no creo que sea de interés fundamental conocer qué opino acerca de ello. Tan solo puede servirme de referencia en tanto que mi visión del mundo cambió radicalmente tras ese descubrimiento. La masa atomizada en manos de un déspota que abusa de su poder, inquiriendo y malogrando en base a su propio beneficio, mientras esa masa, embelesada por un lado pero odiando la mano que lo maneja, sigue fielmente cual perrito faldero las órdenes que desde arriba se generan. Esta idea es aplicable en todo en la vida, y no necesariamente en términos absolutos políticos. Si lo piensas un poco encontraras una analogía antes de lo que piensas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario